XXVI • Sobre quien oye algo y pregunta hasta que lo entiende completamente
88. Abû Mulaika relató que ‘Âisha, cuando escuchaba algo que no comprendía, preguntaba hasta comprender completamente. ‘Âisha dijo: ‘El Profeta (B y P) dijo: «Quien sea llamado a ren- dir cuentas el Día de la Resurrección seguro será castigado». ‘Âisha añadió: ‘Yo pregunté: ‘¿Acaso no dice Dios: ...Será juzgado benignamente... (84:8)?’. El Profeta (B y P) dijo: «Eso se refiere a la exposición de las cuentas (de las obras). Sin em- bargo, quien es cuestionado por sus cuentas pe- recerá».
XXVII • Que el presente informe al ausente
89. Abû Shurayh dijo : ‘El día posterior a la conquista de Makka, el Profeta (B y P) dijo algo que oyeron mis oídos y comprendió mi corazón; y mis ojos vieron al Profeta (B y P) proferir las pa- labras. Alabó y Glorifico a Dios, luego dijo: «Cier- tamente fue Dios quien hizo sagrada a Makka y no fue la gente quien la santificó. Así pues nadie que cree en Dios y en el Ultimo Día tiene permi- tido derramar en ella sangre, o cortar árboles. Si alguien alega que el combate dentro de Makka es permitido porque el Mensajero de Dios combatió en ella, pues decidle que: Dios me permitió com- batir en ella por una pocas horas del día (de la conquista) y su santidad hoy es la misma de antes. Quien esté presente que informe al ausente»’.
XXVIII • La culpa de quien miente sobre el Profeta (B y P)
90. ‘Alí dijo: ‘Escuché al Mensajero de Dios (B y P) decir: «No mintáis sobre mí; pues, quien miente sobre mi (intencionalmente) tomará un lugar en el Infierno»’.
91. Salama bin Al-Akwa’ dijo: ‘Oí al Mensaje- ro de Dios (B y P) decir, «Quien me atribuye algo que no he dicho que tome su lugar en el infier- no»’.
92. Abû Huraira relató que el Profeta (B y P) dijo: «Llamaos con mi nombre y no os llaméis con mi sobrenombre. Quien me vea en sus sueños me habrá visto realmente, pues Satán no puede pre- sentarse con mi forma. Y quien mienta sobre mí intencionalmente que tome, pues, su lugar en el Infierno».
XXIX • La escritura del conocimiento
93. Abû Huraira relató que el Profeta (B y P) dijo: «Dios evitó que la muerte –‘o el elefante’ duda uno de los relatores– llegue a Makka y la puso bajo el dominio del Mensajero de Dios y los creyentes. Combatir en Makka no fue permitido para nadie antes de mí, ni será permitido para na- die después de mí. No hay duda de que en este momento es ya un santuario: No serán arranca- das sus plantas espinosas, no se puede cortar sus árboles, no se puede recoger las cosas perdidas ex- cepto quien las anuncie públicamente con inten- ción de hallar al dueño de las mismas. Si alguien es asesinado, habrá dos opciones (para su fami- lia). Se pagará la indemnización o se ejecutará la ley del talión». Un hombre del Yemen vino y dijo: ‘¡Mensajero de Dios! Haz que esto sea de fulano’. Un hombre de Quraysh dijo: ‘Haz una excepción con el Idhjir , Mensajero de Dios, pues nosotros lo usamos en nuestras casas y tumbas’. El Profeta (B y P) dijo, entonces: «Excepto el Idhjir».
94. Ibn ‘Abbâs relató: ‘Cuando la dolencia que afectaba al Profeta (B y P) se intensificó, dijo: «Traedme algo para escribir que yo os haré un es- crito con el cual no os perderéis». ‘Umar dijo: ‘El Profeta (B y P) está gravemente enfermo y tene- mos el Libro de Dios con el cual nos basta’. Enton- ces, se inició una discusión y creció el alboroto. El Profeta (B y P) dijo: «Idos y dejadme sólo. No está bien que arméis alboroto ante mí con vues- tras disputas».
XXX • La enseñanza y la predica por la noche
95. Umm Salama dijo: ‘El Profeta (B y P) se levantó una noche y dijo: «¡Glorificado sea Dios! ¡Cuántas atribulaciones han descendido esta no- che y cuántos tesoros han sido mostrados! ¡Des- pertad a las dueñas de estas habitaciones! (para la oración) ¡Una persona (bien) vestida en esta vida puede estar desnuda en la otra!»’.
XXXI • Hablando sobre el conocimiento religioso durante la noche
96. ‘Abdullah bin ‘Umar dijo: ‘El Profeta (B y P) nos dirigió en la oración de la Noche (Al- ‘ishâ), durante sus últimos días de vida; luego nos dijo «¿Veis esta noche? Nadie de los vivientes so- bre la faz de la tierra esta noche estará vivo des- pués de cien años»’.
97. Ibn ‘Abbâs relató: ‘Pasé la noche en casa de mi tía materna Maymûna, hija de Al-Hâriz, espo- sa del Profeta (B y P). El Profeta (B y P) estaba esa noche con ella. El Profeta (B y P) rezó la oración de la Noche (Al-‘ishá) luego entró en la habitación y rezó cuatro rak‘ât, luego se durmió. Más tarde, se levantó y dijo: «¿Se ha dormido el mu- chachito?» o algo parecido. Luego se posicionó para orar y yo me paré a su izquierda; él me puso a su derecha y rezó cinco rak‘ât seguidas por otras dos. Luego se durmió hasta que oí su respiración fuerte –o sus ronquidos –; luego se levantó y salió para la oración (del alba)’.
XXXII • Sobre la memorización del conocimiento
98. Abû Huraira dijo: ‘La gente dice que yo he narrado muchos hadices. Sino fuese por dos ale- yas del Libro de Dios yo no hubiese narrado nin- gún hadiz’. Luego recitaba: Quienes ocultan las pruebas claras y la Dirección que hemos revela- do, después de habérselo Nosotros aclarado a los hombres en la Escritura, incurren en la maldi- ción de Dios y de los hombre. Pero aquéllos que se arrepientan y se enmienden y aclaren, a ésos Me volveré. Yo soy el indulgente, el Misericor- dioso (2:159,160). Y decía: ‘Nuestros hermanos emigrados (Al-muhâÿirîn) estaban, ciertamen- te, ocupados con sus regateos en los mercados y nuestros hermanos ansâríes estaban ocupados con el trabajo en sus propiedades (la agricultura); pero Abû Huraira solía acompañar al Mensajero de Dios (B y P) contentándose con llenar su estó- mago. Solía presenciar lo que ellos no presencia- ban y memorizar lo que ellos no memorizaban’.
99. Abû Huraira relató: ‘Dije: ‘¡Oh Mensajero de Dios! Yo escucho muchas de tus palabras pero las olvido’. Dijo el Profeta (B y P): «Extiende tu manto». Luego (de que extendí mi manto) juntó sus manos (como si tomase algo) y lo vertió sobre mi manto. Luego dijo: «Envuélvelo (alrededor de tu cuerpo)». Así lo hice y después de ello no olvi- dé nada más’.
100. Abû Huraira relató: ‘He memorizado dos tipos de conocimiento del Mensajero de Dios (B y P): El primero lo he difundido; el segundo, si lo difundo se me cortará la garganta’.
XXXIII • La quietud ante los eruditos
101. Ÿarîr bin ‘Abdullah relató que el Profeta (B y P) le dijo, durante la Peregrinación de Despedida: «Haz callar a la gente». Luego dijo: «No os volváis incrédulos después de mí (muerte) al degollaros uno a otros».
XXXIV • Lo que se recomienda decir al sabio cuando se le pregunta ¿quien sabe más?
102. Ubayy bin Ka‘b relató que el Profeta (B yP) dijo: «Cierta vez, el Profeta Moisés (B y P) ex- hortaba a los israelitas y se le preguntó: ‘¿Quién sabe más entre la gente?’ El dijo: ‘Yo soy que más sabe’. Dios advirtió a Moisés que no había atribui- do la sabiduría total a Dios y le reveló lo siguiente: Ciertamente, hay un siervo mío donde se juntan los dos mares; él sabe más que tu. Moisés (B y P) dijo: ‘¡Señor! ¿Cómo puede encontrarlo?’ Partió, pues, Moisés, acompañado de su joven sirviente llamado Yushâ’ bin Nûn; cargaban un pez en un canasto. Llegaron hasta una roca donde se acosta- ron a dormir. El pez se salió del canasto y tomó su rumbo en el mar como por un túnel. Esto asom- bró a Moisés y a su sirviente; quienes siguieron caminando por el resto de la noche y el día si- guiente. Cuando amaneció, Moisés dijo a su sir- viente: ‘Traed nuestra comida, pues este nuestro viaje es agotador’. Moisés no había sentido agota- miento alguno hasta que pasó por el lugar que se le había ordenado. Su sirviente le dijo: ‘¿Recuerdas cuando dormimos sobre la roca? Pues he olvida- do el pez’. Moisés dijo: ‘¡Eso es lo que buscamos!’ Así es que volvieron sobre sus pasos hasta llegar nuevamente a la roca. Allí encontraron a un hom- bre cubierto con un manto –o cubriéndose con su ropa –. Moisés lo saludó; entonces, Al-Jidr le respondió: ‘¿Como es el saludo en tu tierra?’ Moi- sés dijo: ‘Yo soy Moisés’. Al-Jidr dijo: ‘¿Moisés, el de Israel?’ Moisés dijo: ‘Sí ¿Puedo seguirte para que me enseñes de lo que se te ha inculcado?’ Al- Jidr dijo: ‘En verdad, no me podrás tener pacien- cia ¡Oh Moisés! Yo tengo algo de la sabiduría de Dios que El me ha enseñado y tú no conoces. Y tú tienes conocimientos de lo que Dios te ha en- señado y yo no conozco’. Moisés dijo: ‘Me halla- rás paciente, si Dios quiere, y verás que obedece- ré todas tus órdenes’. Partieron siguiendo la costa del mar. Iban a pie, pues no tenían embarcación. Una embarcación pasó cerca de ellos y pidieron a la tripulación que los dejen subir. La tripulación reconoció al Jidr y decidieron llevarlos de forma gratuita. Entonces, un gorrión se posó al borde de la embarcación y tomó un poco de agua del mar una o dos veces con su pico; Al-Jidr dijo: ‘¡Moisés! Tu conocimiento y el mío no disminuyen la sabi- duría de Dios sino en la cantidad de agua que ese gorrión tomó del mar con su pico’. Entonces tomó uno de los maderos del casco de la embarcación y lo arrancó. Moisés le dijo: ‘¡Esta gente nos lle- va sin cobrarnos nada a cambio y tú te subes a su embarcación para perforarla y que se ahogue su tripulación!’ Al-Jidr dijo: ‘¿No te dije que no tendrías paciencia conmigo?’ Moisés respondió: ‘¡No me recrimines por mi olvido ni me castigues por mi reacción!’ Así pues, la primera excusa de Moisés fue el olvido. Luego, siguieron caminando y encontraron a un niño jugando con otros niños. Al-Jidr tomó la cabeza del niño con sus manos y se la arrancó. Moisés le dijo entonces: ‘¡Has ma- tado a un inocente que no ha matado a nadie!’ Al-Jidr respondió: ‘¿No te dije que no tendrías paciencia conmigo?’ Y partieron nuevamente; luego, llegaron a una aldea y pidieron comida a sus habitantes, pero estos rehusaron darles algo. Cuando pasaron al lado de una pared que estaba por derrumbarse, Al-Jidr la reparó con sus pro- pias manos y Moisés le dijo: ‘Si quisieras, podías haber pedido algo a cambio de este trabajo’. Al- Jidr le dijo: ‘Este es el punto donde debemos se- pararnos’». El Profeta (B y P) añadió: «¡Que Dios tenga misericordia de Moisés! ¡Ojalá hubiese sido más paciente para que podamos saber más de su historia!»
XXXV • Sobre quien, estando de pie, pre- gunta a un erudito sentado
103. Abû Mûsâ relató: ‘Llegó un hombre ante el Profeta (B y P) y le dijo: ‘¡Mensajero de Dios! ¿Qué es la lucha en la causa de Dios? Pues algu- nos de nosotros combaten por enojo o porque se hable bien de ellos’. El Profeta (B y P) dijo: «Quien lucha para enaltecer la Palabra de Dios (la reli-gión monoteísta de Dios); está, pues, luchando en la causa de Dios, Glorificado y elevado sea».
XXXVI • Las palabras de Dios: te preguntan por el espíritu. Di: ‘el espí- ritu procede de la orden de mi señor’. Pero no habéis recibido sino poca ciencia (17:85)
104. Ibn Mas‘ûd relató: ‘Mientras caminaba con el Profeta (B y P) entre las ruinas de Medina y él se apoyaba sobre una rama de palmera, pasó cerca un grupo de judíos. Se decían entre ellos: ‘Preguntadle sobre el espíritu (Al-Rûh)’. Otros di- jeron: ‘No le preguntéis; no sea que os venga con algo que os disguste’. Los primeros dijeron: ‘¡Le preguntaremos!’ Así pues, un hombre de ellos se paró y dijo: ‘¡Abûl Qâsim ! ¿Qué es el espíritu?’ El Profeta (B y P) calló y pensé: ‘Le está descen- diendo la Revelación’. Así es que me detuve hasta que terminé. Cuando terminó, el Profeta (B y P) dijo: Te preguntan por el espíritu. Di: ‘El espíritu procede de la orden de mi Señor’. Pero no habéis recibido sino poca ciencia (17:85).
XXXVII • Sobre quien prefiere enseñar a unas personas por sobre otras por temor a que estas ultimas no entiendan
105. Anas relató que, cierta vez que el Profeta (B y P) montaba, compartiendo su montura con Mu‘âdh, dijo: «¡Mu‘âdh!» El respondió: ‘Respon- do a tu llamado y obedezco tus órdenes’. El Profe- ta (B y P) repitió: «¡Mu‘âdh!» El repitió; ‘respondo a tu llamado y obedezco tus órdenes’ tres veces. El Profeta (B y P) le dijo: «Quien atestigüe que no hay Dios sino Dios y que Muhammad es mensa- jero de Dios, con sinceridad y de corazón, ten- drá prohibida la entrada al Infierno». Mu‘âdh pre- guntó: ‘¡Mensajero de Dios! ¿Puedo contar esto a la gente para que se alegren?’ El Profeta (B y P) le respondió: «Si lo haces, la gente se confiará de ello» y Mu‘âdh relató esto sólo en el momento de su muerte, por temor a estar pecando (al ocultar el conocimiento).
XXXVIII • Sobre la vergüenza al procu- rar el conocimiento
106. Umm Salama relató: Umm Sulaym lle- gó ante el Mensajero de Dios (B y P) y le dijo: ‘¡Mensajero de Dios! En verdad que Dios no se avergüenza de la verdad. ¿Debe la mujer tomar un baño luego de tener un sueño húmedo (e.d.: un sueño erótico que le provoca un orgasmo)?’ El Profeta (B y P) respondió: «Si ve el líquido salir de su vagina». Umm Salama se cubrió el rostro y dijo: ‘¡Mensajero de Dios! ¿Acaso la mujer tiene sueños húmedos?’ El Profeta (B y P) respondió: «Claro que sí. Que tu diestra esté en el polvo . ¿Cómo crees que su hijo se le parece?».
XXXIX • Sobre quien se avergüenza y manda a otro a preguntar
107. ‘Alî relató: ‘Yo era un hombre que emitía mucha secreción uretral cuando me excitaba. Así es que pedí a Al-Miqdâd que pregunte al Profeta (B y P) (sobre ello). El dijo: «Debe hacer la ablu- ción (el wudû)»’.
XL • Enseñando la religion y emitiendo fatwas
108. ‘Abdullah bin ‘Umar relató que un hom- bre se levantó en la mezquita y dijo: ‘¡Mensajero de Dios! ¿Desde dónde nos ordenas que adopte- mos el estado de ihrâm?’ El Mensajero de Dios dijo: «La gente de Medina inicia el ihrâm desde Dhul Hulayfa, la gente de Shâm lo hace desde Al- Yuhfa y la gente de Naÿd lo hace desde Qarn». Ibn ‘Umar agregó: ‘Dicen que el Mensajero de Dios dijo: «Y la gente del Yemen inicia el ihrâm desde Yalamlam». Pero yo no recuerdo que él lo haya dicho’.
XLI • Quien responde al que pregunta con más de lo que preguntó
109. Ibn ‘Umar relató que un hombre preguntó al Profeta (B y P) qué viste el muhrim (persona en estado de ihrâm). El Profeta (B y P) le respondió: «No puede vestir camisa, ni turbante, ni pantalones, ni sombrero, ni una ropa perfumada con azafrán o wars (tipos de perfumes); y si no tiene sandalias podrá vestir medias de cuero, pero cortándolas para que queden debajo del tobillo al vestirlas».
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